Waldemar Sommer publica el libro “Ingenuidad y creación”:

Crítico de arte revela sus favoritos de la pintura ingenua chilena

Alejada de los cánones y los cambios, esta especialidad artística, que apela a la intuición más que a las reglas formales, motiva además, por estos días, una exposición en la Corporación Cultural de Las Condes.

(Fuente: Las Últimas Noticias)

En “Ingenuidad y creación”, libro publicado por Ediciones UC, Waldemar Sommer aborda desde distintos flancos la pintura ingenua. En esta categoría el crítico de arte pone a Arturo Rojo, un pescador iletrado de Zapallar prendado del paisaje costero urbano.

También hay espacio para Francisca Llancas y su “Cristóbal Colón cazando jaibas”, del que el autor destaca “los trajes de época y los tripulantes en posiciones y tamaños físicos imposibles, en cuanto a su vinculación física con las tres carabelas de rigor”.

De 1968 es "Compañeros de escuela”, obra de María Mohor, figuras del arte ingenuo local con formación académica. Sobre ella, Sommer acentúa sus retratos y desnudos femeninos, que “se hacen admirar por la simplicidad formal autosuficiente de los primeros, por la solidez constructiva de los segundos”. Otro pintor incluido en el libro es Fortunato San Martín, un obrero de la construción que llevó su feliz vida familiar a la tela. “Canasto con gato”, de 1963, es una obra representativa de su trabajo, y está presente en la exposición en Las Condes.

La pintura ingenua se caracteriza por ser instintiva, intuitiva y tradicional, realizada por autores generalmente aficionados y sin o con escasa formación académica. Uno de los elementos recurrentes es el paisaje urbano, que por ejemplo desarrolla Luis Herrera Guevara en “Cerro Bellavista”, de 1940.
Sommer dice que lo hace “con intenso afán de claridad” a partir de "su sensibilidad cándida, de su expresividad festiva”. Agrega que el artista, un abogado fallecido en 1945, “acentuaba lo bidimensional para otorgar a cada elemento de la composición la misma categoría protagónica. Respecto del paisaje rural decía que el campo no se puede pintar, por ser todo gris. Solo dejó tres óleos sobre asunto semejante”.